¿Llega a su fin el reinado de la toxina botulínica? Ella, que se había acostumbrado a ser el ‘perejil de todas las salsas’, está viendo cómo le birlan el cetro los denominados “hilos mágicos”. Son el remedio más espectacular para combatir la presencia de colgajos, esa piel que sobra donde quiera que esté. Y es que a la hora de estirar, los hilos están demostrando su gran versatilidad y eficacia convenciendo al mismo tiempo a los expertos y a los usuarios, hombres y mujeres.
Y no es de extrañar. La doctora Purina Espargallas (doctoraespallargas.com) explica el secreto de su éxito: “Es un método seguro y eficaz con acción tensora inmediata, aunque para comprobar los resultados definitivos hay que esperar unas tres semanas. La duración de sus efectos perduran más o menos un año y medio, dependiendo del estado de la piel de cada paciente”.
Y añade: “cada hilo provoca una fibrosis progresiva en el tejido celular subcutáneo lo que facilita su anclaje a la piel. Esta acción tiene como resultado una piel más firme y más turgente”.
Desde la Clínica Henao de Bilbao, la doctora Amaia Fernández no lo duda. “Nuestra apuesta es la estimulación de nuestro propio tejido, con un tratamiento natural, no agresivo, que utiliza los propios recursos de la piel, aplicado a través de un método simple, cómodo y rápido”. De ahí su enorme aceptación por parte tanto de los profesionales de la medicina estética como de los pacientes de ambos sexos que ya lo han probado en alguna zona de su cara o cu cuerpo.
La gran ventaja de los hilos es que favorecen la formación de colágeno de tipo I y II, responsables de la firmeza de la piel. Y otra enorme virtud es que, además de tratar la flacidez facial, los hilos tensores también se ocupan de la flacidez corporal, y eso es imposible para el bótox. Otro punto más en su haber.
Pero no es una técnica excluyente, asegura Espargallas: “Este método de rejuvenecimiento es compatible con otros tratamientos como la toxina botulínica, la mesoterapia con vitaminas, el láser o las infiltraciones de plasma rico en factores de crecimiento. Mezclando técnicas según las adaptaciones que necesite cada paciente, pueden obtenerse unos resultados magníficos”.
Sus poderes
Aunque ahora vive una época dorada, hace años que esta técnica fue diseñada y realizada por dermatólogos coreanos, con el objetivo de tensar y densificar la estructura dérmica de la piel (similar a la técnica de relleno en malla). El hilo utilizado está hecho de material de polidioxanona (PDO), una sustancia muy segura que se utiliza en cardiología y oftalmología. Pero no se trata de ningún tipo de relleno.
Mediante su implantación se elevan mejillas y las cejas, se recupera el óvalo facial, pueden mejorar los surcos nasogenianos, borrarse las líneas de marioneta (peribucales) y el código de barras, eliminar el doble mentón, reafirmar el cuello, el interior de los brazos, los muslos, las rodillas, los glúteos, las mamas e incluso abdomen.
El doctor Eduardo Moreno, de la Clínica Rads Beauty, explica que “la acción de los hilos tensores ayuda de forma natural a producir un efecto de estiramiento de la piel y el levantamiento de cara al mismo tiempo, causando un efecto rejuvenecedor en el paciente al provocar un aumento de la producción de colágeno; además son reabsorbibles por el organismo en seis meses, aproximadamente. Se trata de una técnica sencilla, mínimamente invasiva, sin suturas, sin cirugía y sin riesgos para el paciente porque la zona tratada puede ser retocada en cualquier momento si el paciente lo requiere”.
¿Cómo es la técnica?
El procedimiento dura menos de 1 hora y se realiza de la siguiente manera:
1. Se limpia la zona a tratar y se aplica un antiséptico.
2. Siguiendo la fisionomía de cada paciente, se delimita la zona a tratar, realizando un dibujo de líneas que sirve de guía para la colocación de los hilos.
3. No es necesario realizar ninguna incisión, por lo que la colocación de los hilos es sencilla, prácticamente indolora y rápida. Éstos se insertan con agujas finas similares a las utilizadas para la aplicación del bótox.
4. Una vez el hilo está dentro se pinza el tejido y se cortan los extremos. La recuperación es inmediata y no deja cicatrices aunque existe la posibilidad de aparición hematomas. Cuesta a partir de 300 euros aproximadamente.